lunes, 8 de agosto de 2011

CRÓNICA III

UNA POSIBILIDAD MÁS QUE SE FUE AL
TRASTE




Es curioso que me encuentre aquí, en el Hospital San Juan de Dios, estoy  esperando noticias de mi tía y acompañando a su esposo; cuando llegué  tenía la cara baja y contraída por las preocupaciones.  Él es una persona muy agradable y a pesar de lo deprimente del lugar y de las adversas circunstancias que han propiciado nuestro encuentro, la conversación ha sido amena. Al principio no sabía la razón por la que habían trasladado a mi tía desde Guaca, quise pensar que no se trataba de nada grave. Polo me ha contado todo, su mujer tenía dos meses de embarazo y ha perdido el bebé. Por lo que  me cuenta puedo concluir que se trata de un caso más de negligencia médica e ignorancia por parte de la paciente. Polo me dice que: La semana pasada había empezado a manchar, eso debió ser el jueves, entonces  bajamos a donde Doña María para de ahí coger el carro y llegar a hospital de Guaca, porque los papeles de ella son de allá. Pasamos con la doctora, ella nos dijo que nos fuéramos tranquilos para la casa y al día siguiente viajáramos a Málaga para sacar una ecografía, que trajéramos los resultados y luego de eso mucho reposo, eso dijo la doctora, luego de eso mucho reposo.

Me quedé sorprendida al pensar que hace unos meses los hospitales municipales ofrecían el servicio de ecografías, y muchos otros; sin embargo  hoy han tenido que conformarse con ejercer funciones de puesto de salud; por eso mi tía debía ir hasta Málaga, pero no alcanzó porque esa misma noche la caminata para llegar hasta su casa hizo efecto y la sangre empezó a correr entre sus piernas como ríos desbocados y al final como una roca arrastrada por la corriente ver esa posibilidad de vida irse al traste. El me contó todo eso disimulando su tristeza e insinuando que en parte la doctora había tenido la culpa. Yo estoy de acuerdo con él, no se necesita ser doctora para saber que en esos casos lo primero es el reposo. Sin embargo, en el momento yo no pude dimensionar la magnitud del problema, ni los traumas que conlleva un aborto, por eso no le di es pésame, me limité a pensar que dos hijos son más que suficiente, además ese capricho de buscar el barón no es excusa.

Recibí la llamada en horas de la mañana y llegué a eso de las dos de la tarde, calculando que ya hubiese llegado la ambulancia, porque detesto esperar. En efecto Polo estaba sentado en una banca de cemento,  junto a un puesto improvisado de minutos. Según lo que me dijo llegaron a la una de tarde, entraron a mi tía y hasta el momento no han dicho nada acerca de su estado de salud, pero debemos estar pendientes, porque en cualquier momento llaman. Hace ya varios años que no hablábamos, de modo que hay mucho por contar, sin embargo el tiempo pasa lento. A eso de las cuatro de la tarde salió una enfermera y nos pidió que comparamos unas cosas, también nos dijo que por ahí de 8 a 9 de noche estaría saliendo la paciente.

Después de las cuatro de tarde el sol empieza a declinar y da contra la banca en que estábamos sentados, entonces cruzamos la calle y recostados en un muro nos reguardamos del calor, desde allí puedo ver que la mayor parte de las pacientes son mujeres que van a tener sus hijos, la mayoría son muy jóvenes;  desde que estamos aquí han salido más de diez. Una hora más tarde para un taxi, de él se bajan dos jóvenes que llevan en balanza a otro de la misma edad, lo entran rápidamente y los acompañantes quedan esperando afuera;  se hacen muy cerca de nosotros y por lo que dicen vienen del caldas, justo donde yo vivo, por eso dicen que el mundo es un pañuelo. Trato de recordar si lagunas vez los he visto pero no los reconozco, aunque el rostro de uno de ellos me resulte familiar. Huy Parce fue que se dejó acorralar entre los carros y no supo salir, ahí fue cuando lo chuzaron,  yo me salvé; dice uno de ellos, entre tanto su compañero asegura: marica fue que todos se corrieron, y nos dejaron solos, pero este sábado vuelve y juega.  

Son las siete de la noche y todavía no se sabe nada, pero nos aseguraron que la salida la darían ese mismo día. Yo empiezo a desesperar, la conversación ha decaído y el hambre empieza acosar. Trato de disimular mi impaciencia. Horas más tarde llega otro herido, cuando lo veo está en la entrada y ha dejado un camino de sangre por donde ha pasado, lo entran de una vez, viene con un señor que parece ser su padre; en la ventana de recepción ha dejado una mancha que escalofriante que me recuerda una de esas imágenes de terror que pasan en las películas.  Tres horas más tarde sale mi tía, está muy débil y triste, pero, con es costumbre en nuestra familia, trata de disimular. De repente ha empezado a llover a cantaros, tomamos un taxi y vamos hasta mi casa, mañana será otro día.

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