"Yo y mi árbol favorito." |
Como es bien sabido a los veintiún años es muy poco lo que se puede decir con respecto a la vida pasada sin que ello implique sentimientos un poco idealistas y faltos de objetividad, no obstante la historia de mi vida es somera y mi memoria demasiado escurridiza, de manera que lo que en adelante les voy a contar es una historia fragmentaria de aquello que logró salvarse de la tiranía del tiempo y que pudo ser traído á colación por una memoria selectiva que tiene muchos sucesos de los que no quiere acordarse.
Nací el 27 de enero de 1989 en un pequeño pueblo pueblo llamado San Andrés, poco tiempo después de haber caído la noche. Justo ese día mi madre perdió la esperanza de dar a luz un barón, pues conmigo ya éramos tres mujeres en la casa.
Luego vino el trabajo de escoger el nombre, aunque en realidad no fue muy difícil pues mi madre ya tenía muy claro como me iba a llamar, y sólo le dejó a mi abuela dos opciones para que ella diera la última palabra, ella decía: " Se llamará María Cristina, en honor a las dos abuelas o Diana Marcela, en honor al papá."; y como mi queridísima abuela no podía tolerar que una nieta tuviera que cargar con el peso de su nombre, se decidió por la segunda opción.
En los primeros meses de vida, al parecer fui bastante fastidiosa, pues, cuentan que me pasaba todo el tiempo llorando sin ninguna explicación, y mi madre, que siempre ha sido una mujer muy ocupada, no podía dedicarse de lleno a atender mis pataletas.
Poco tiempo después, mi madre me trajo a vivir en Bucaramanga, lo poco que recuerdo es vivíamos en una casa grande con muchas escaleras; allí solía jugar con unas niñas de las que ya no recuerdo los nombres. Por se tiempo, me partí el brazo izquierdo, mientras trataba de hacer una hamaca con unas correas en el closet de mi pieza. Hubiese querido tener una foto de mi brazo enyesado, pero no.
A la edad de cinco años, mi madre me llevó de vuelta al pueblo, allí me quedé a vivir con mi abuela hasta los diez años. Durante este lapso mi madre iba varias veces en el año a visitarme, pero de cualquier forma se que una de estas veces yo no logré reconocerla y le tuve miedo.
Aunque en ese tiempo estuve lejos de ella, aquella época es de la que tengo un mejor recuerdo. Yo estudiaba en una escuela pequeña pero agradable, tenía ventanales grandes, que la maestra Belén abría de par en par cada mañana, hermosos jardines y gratas compañías. Eramos pocos estudiantes, esto hacía que todos nos conociéramos y pasáramos ratos divertidos a lo hora del recreo y en el camino, pues pese a que en un pueblo como el mío nada queda lejos, a veces nos tomaba horas llegar a nuestras casas.
Por ese tiempo una de mis actividades favoritas era la pesca, pasábamos largas horas con mi hermana junto a los riachuelos para observar como los renacuajos se iban convirtiendo lentamente en ranas, a veces depositábamos algunos de ellos en una vasija para tenerlos en la casa y estudiarlos más a fondo .También, tuve una de las más lindas mascotas que he tenido en mi vida, un pequeño colibrí, que encontré tirado a la orilla del camino, lo cuidé y alimenté con miel de panela hasta que le dio por volar. Luego, tuve un perrito juguetón que solía romperme las botas de los pantalones, pero desafortunadamente no me duró mucho, enfermó al poco tiempo y murió; para amortiguarla la pérdida, mi tío me regaló otro que era muy elegante y tenía corbata, éste último sí murió de viejo.
Después, mi madre me trajo de vuelta a la ciudad, allí empecé a estudiar en la libertad, un colegio que nunca me gustó y al que nunca logré adaptarme.Luego ingresé al IMEN, y allí estudié hasta sacar el grado de bachiller. De los primeros años de secundaria no albergo muchos recuerdos, sé que durante el grado sexto fui muy juiciosa, hacía caso a todo lo que me decían los profesores y sacaba buenas notas hasta el inglés, una materia que para ese entonces nunca me gustó.
Por el contrario en séptimo todo fue muy distinto, conseguí un grupo de amigos bastante dispersos con los que solíamos escaparmos de clase, para ir a jugar baloncesto o dar paseos en los parques aledaños. Sin embargo, milagrosamente yo seguía teniendo buenas notas en las evaluaciones y a final de año fui la única de mis siete compañeros que logró pasar al año.
A noveno llegué totalmente desparchada, pues como mis antiguos amigos habían perdido el año y se habían ido del colegio y tuve que empezar de cero; al poco tiempo ya tenía algunas amigas con las que pasabamos muy bien, pues organizabamos paseos y almuerzos a todas partes. Tambíen fue la época de los novios y las pataletas que suelen acompañar la adolecencia; de mí recuerdo que sufría como una demente por cosas que hoy me dan risa.
Más adelante vinieron los dos años más gratos del colegio, estos fueron décimo y undécimo ya que elegí la modalidad de comunicación y ahí tuvimos la oportunidad de hacer muchas cosas que aunque aparentemente eran fortuitas percutieron conciderablemente en las desiciones que tomé más adelante.Organizamos varios recitales de poesía y algunas obras de teatro en las que actores, directores, utileros y libretistas constituian rangos indeterminados que podían intercambiarse con extrema rápidez; sin embargo, yo siempre preferí el papel de libretista. También, publicabamos un periódico estudiantil que estaba a cargo nuestro, por consiguiente, allí escribí algunos artículos tal vez excesivamente apasionados de los que ahora no recuerdo mucho.
En el 2006 me gradué, sin muchas ceremonias. Recuerdo que mis padres organizaron una reunión muy agradable a la que no acudieron más personas de las que era menester. No pude ir a una fiesta que había ese fin de semana, porque mi abuela estaba en casa y eso para ella era y es casi una aberración, sobretodo si voy sola.
Después, salí con muchas energías y ganas de cambiar el mundo en un par de patadas, pero muy pronto la burbuja en que vivía se rompió y me di cuenta de que eso no era tan fácil,; no obstante, esa decilusión fue lo mejor que me pudo pasar; entonces decidí ingresar a la muy afamada UIS, y aquí estoy desde finales del 2007, tratando de desaprender, pero sobre todo de aprender, sin embargo,sé que la universidad más que una fuente de conocimiento es una puerta que se abre.
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